Es increíble
como un cuerpo puede estar adaptado a otro que nunca antes había sentido… y
duele, el cuerpo duele suplicando por el otro tras los kilómetros de distancia
que los separa…en cambio el corazón late fuerte con solo los ojos ver unas
letras provenientes del otro cuerpo que llama al que duele.
El alma por
otro lado, junto con la mente, se mantienen todo el tiempo con el alma y la
mente del otro, tranquilos, sabiendo que en algún punto de sus vidas, esos cuerpos
por fin se toparán y se unirán de tal manera que nunca más se volverán a dejar,
incapaces de permanecer más de veinticuatro horas distantes el uno del otro,
quedaran sellados por el amor que profesaran ante un simple pero eterno
testigo.
La luna…brillará
en lo más alto del cielo la noche en que estos cuerpos se entreguen mutuamente
y el dolor desaparezca de uno y la añoranza del otro. La pasión correrá por la
torrente sanguínea de ambos uniéndolos cada vez más mientras el placer los haga
desvariar excitándolos cada vez más hasta que juntos alcancen la gloria tan
anhelada por ambos y luego, cuando todo esté escrito por primera vez, se
quedaran dormidos exhaustos hasta despertar de nuevo mirándose a los ojos
recordando por qué están en ese lugar, y el mismo motivo los seguirá haciendo
empezar el día de la misma manera por el resto de su vida…y por el resto de su
muerte.
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