La
añoranza…dolor, estúpido sentimiento que te debilita y destruye el corazón y el
alma fragmentándolos en miles de pedazos, los cuales tal vez se vuelvan a unir
pero dejan cicatrices, imborrables…
Maldita distancia
que no me permite tocarte, malditos sean los kilómetros que nos separan, no
puedo decirte todo lo que siento, simplemente las palabras me parecen muy poca
cosa en comparación de lo que mi cuerpo puede demostrarte, mis acciones esperan
casi desesperadas por mostrarse y deleitarte con todo el amor que irradiará mi
corazón una vez que estés aquí, conmigo, en mis brazos.
Mis brazos necios
que una vez que te tengan no te soltarán, ¡Dios mío! ¿Será posible que éste
dolor de mi cuerpo no cese hasta poder sentirte conmigo? Así como tú me pintas
en tus pensamientos, con recuerdos y alucinaciones, así yo te pienso, así yo
siento que cada segundo que pasa se vuelve más letal que el que acaba de pasar,
tal vez no creas mis palabras, tal vez mis “te amo” no basten, no se lean muy
convincentes, pero las letras no pueden demostrarlo todo, no si uno no quiere,
no si uno no puede, no si como en mi caso, las palabras no bastaran para
describir los sentimientos más profundos del alma.
Tal vez no creas
que te amo pero yo lo creo y una vez que te encuentre en mis brazos te lo haré
creer. No, no hablo de sexo, no hablo de coito, hablo de amor, hablo de ese
sentimiento hasta ahora con infinitas definiciones y ninguna lo suficientemente
grande para describirlo con exactitud, o al menos no describe aun lo que mi
cuerpo siente cuando mi mente piensa en ti y mi alma me sacude tratando de
salir de este conjunto de carne, hueso y sangre para volar junto a ti.
El tiempo, otro
factor ¿influyente?, no lo sé, no sé ni siquiera que es esto que escribo, tal
vez sea por la desesperación que me provoca el no saber de ti en este momento,
tal vez sea la desesperación de no verte, de no poder recordarte que tan fuerte
es este afecto que siento hacía tu persona, tiempo…horas, minutos, segundos…No,
meses, no…año….años…
Mi razón, mi lógica
se burla en mi cabeza de mis pensamientos y de mi desesperación, pero no quiero
hacerle caso alguno, no quiero y no lo haré, no quiero perder el hilo, sé que
ya lo perdí pero prefiero pensar que no, “me vuelves loca”, te lo he dicho y me
lo has dicho, pero ahora enserio…me vuelvo loca, loca sin poder hacer
absolutamente nada, loca pensando en que estarás haciendo, que estarás
pensando…y de nuevo la voz de la razón en mi cabeza con su risa burlona, pero no
te preocupes, la ignoro siempre, no me importa.
Leo y releo
nuestras largas, muchas veces cursis y apasionadas conversaciones buscando
consuelo, no sirven de mucho pero sirven
para recordarme constantemente que en algún lugar del mundo estás tu, una persona
que me desea tal cual soy, alguien que me acepta con mis errores, los cuales
muchas veces yo misma no los soporto. No puedo dormir, pienso en ti, musa de mi
inspiración, no tengo nada más que hacer y no quiero hacer otra cosa que
pensarte, imaginarte aquí a mi lado y susurrarte en mi desolada realidad que te
amo más que a mi propia vida. Musa mía, ¿Dónde estás? ¿Dónde puedo encontrarte
en este momento de agonía? Eres la única capaz de curarme esta herida dolorosa
que se produjo luego de un tiempo sin hablarte, solo tú me puedes salvar de la
muerte ahora, porque ahora tú eres mi vida.
Siento que esta
agonía sin ti terminará pronto, pero terminará conmigo más que otra cosa, estoy
perdiendo la cordura, muchas veces me descubro a mí misma hablando sola en las
noches, miento, todo el día a cada rato hablo contigo, musa mía, sí, mía y de
nadie más. No soy capaz de verte siendo de alguien más que no sea yo, no tengo
la capacidad de pensarte en los brazos de nadie que no sean los míos, sonrío al
verme desesperada hundida en estos celos que me ciegan muchas veces y me hacen
ser egoísta hasta contigo, musa, soy celosa, lo admito y mi celo es enfermizo,
siento celos incluso de la ropa que traes puesta porque ellas tienen el
privilegio de abrazarte completa sin siquiera ser camufladas y yo aquí sin
saber nada de ti…
Hay tanto que
quisiera decirte, hay tanto que quisiera expresarte, tengo tanto que mostrarte,
estas lagrimas caprichosas que no quieren volver a mi interior o quedarse
dentro son una más de las manifestaciones de mi carne gritando por la tuya,
pero de nuevo la razón se ríe en mi mente y nuevamente es ignorada por los
sentimientos que inundan mi cuerpo.
Las líneas de esta
hoja esperan sedientas, más mi mente cansada, siendo las tres y cuarenta y seis
de la madrugada del siete de noviembre del dos mil trece, en la ciudad de
Caaguazú, en el Barrio San Lorenzo, en mi casa, en mi cuarto, en mi cama. Desea
cerrarse a la realidad y abrirse a los sueños donde moriré a medias en los
brazos de Morfeo quien tal vez me haga soñar una vez más y tal vez despierte
como la mayoría de las veces, bañada en sudor y con miedo, con las pupilas
dilatadas y luchando por una bocanada de aire. Buenas noches, musa…
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